Corriendo, jamás me di cuenta que la vida se me estaba pasando por al lado, y no podía verla. El sonido de mis pies golpeteando en el asfalto resonaba en mis oídos e impedía que pudiera escuchar la tranquilidad de la vida. Por momentos creía poder ver a mis costados también algo, aparte de lo que podía ver acercándose a mi por el camino. Creía poder ver lo que no estaba viviendo... Mi vida se basaba en la corrida, la carrera por un mismo camino, un estado de sueño interminable, y una inconsciencia que me llevaba al límite de mis capacidades.
Por momentos creía estar ahí, viviendo la realidad, abriendo mis puertas a lo más cercano a la naturaleza de mi ser. Sentía la libertad tocando la punta de mis dedos, y el estado de tranquilidad infinita que me rodeaba.
Una mañana desperté de un sueño en el que me ahogaba. Desesperada intentaba llegar a la superficie para tomar aire, pero no había posibilidad, algo me sostenía en el fondo del mar. No veía que era, pero me atrapaba, y no me liberaba. No podía aguantar más la necesidad de respirar, e inevitablemente, inhalé. No hay palabras para explicar el horror que sentía al ver que mi cuerpo ya no respondía, y que todo el aire que tenía dentro, subía por el agua en forma de burbujas que flotaban tan fácilmente a la superficie. Por unos instantes sufrí. Viví lo que ningún ser debe vivir, y la pena, la tristeza, me trajo de nuevo a la realidad, y me abrió los ojos, para darme cuenta de que todo lo que había visto había sido producto de mi mente.
Alguien me esperaba del otro lado de mi vida. Alguien que caminaba a mi par. No me di cuenta de esto hasta hace unas semanas. Conocí a quien lograba caminar cuando yo corría, y a calmar cuando yo desesperaba. Sin embargo, algo estaba mal. Seguía sin poder vivir de ese lado, la vida. No había manera de cruzar. Observaba como desplegaba su vida a mi lado, mostrándome todo de ella, y todo hecho por el que había pasado en algún momento. Lo único que quería era estar a su lado, poder hacer lo mismo juntos... Pero estaba fuera de mi alcance eso. Busqué toda manera de cruzar para estar a su lado, pero no había forma.
Algo cambió. Lo que antes podía ver, no lo puedo ver más. Se nubló la pared que antes era invisible que separaba su vida de la mia. Ya no veo del otro lado, y parece a propósito. La realidad me mostró una vida tan distinta a la mia, y a la vez, tan igual, y no puedo formar parte de ella. No puedo pisar ese camino tan tranquilo, y ahora tampoco puedo ver a quien me proporcionaba esa tranquilidad. Quiero poder volver atrás, poder pisar el camino por el que andábamos antes, donde podía verte. Donde compartíamos vidas.
Otra vez, la vida sigue nublando el muro. Sigue oscureciéndose cada vez más este lado, y lo único que puedo pensar, es que intentas olvidarme. Intentas buscar la manera de olvidar ese momento tan furiosamente como yo busco revivirlo.
Sigo corriendo... La vida sigue pasando... Se me nubla el cielo, y en el mundo vecino, el cielo es azul. No hay explicación, y no exijo ninguna. Lo único que pido es un momento de silencio, lágrimas, y lluvia.
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